Catedral de Santa Maria y San Julían
El más notable monumento conquense se empezó a construir a finales del siglo XII tras la conquista de la ciudad, pero su núcleo fundamental tomó forma en el s.XIII. Las naves que van desde el crucero hasta la fachada datan del s.XIV y la girola se transformó en el XVI para adaptar su estructura original a las nuevas concepciones estéticas. De esta época fue también su primera fachada, sustituida en el siglo XVIII por otra que fue preciso derruir a comienzos del XX, siglo en el que se construyó la fachada actual de estilo neogótico obra de Vicente Lampérez.
En conjunto, la catedral de Cuenca es el resultado de una compleja serie de aportaciones arquitectónicas a lo largo de los siglos que nos permiten hacer un recorrido por los distintos estilos artísticos de cada época con tal solo visitarla. Originalmente su estilo es gótico, del que se conserva la primitiva crucería de la bóveda y, sobre todo, el singular triforio. Las capillas que cubren las naves laterales fueron edificadas entre los siglos XVI y XVII, destacando entre ellas las de los Apóstoles, la del Espíritu Santo y la de Caballeros, además de salas nobles como la Sacristía o la sala Capitular. Casi todos estos recintos tienen en su entrada espléndidas rejas que dan fe de la importancia de los talleres de la especialidad que hubo en Cuenca.
La parte central del templo la ocupa el coro, magnífica talla en madera y, frente a él, la Capilla Mayor, cuyo altar neoclásico fue diseñado por Ventura Rodríguez con la técnica del transparente, que permite ver hacia el otro lado el Arca de Plata con los restos de San Julián.El cierre de la Capilla Mayor lo forman tres impresionantes rejas, sin duda de las mejores que es posible encontrar en los templos españoles. Junto al bloque central del edificio está el claustro recién restaurado, al cual se accede por el Arco de Jamete, considerado por los especialistas como uno de los mejores elementos arquitectónicos de la catedral. Otro de los elementos destacados son sus vidrieras, la mayoria de ellas reemplazadas en el s. XX, las cuales provocan un juego de luces mágico e inigualable en su interior.